Bombillas LED: emiten menos CO2 y no usan mercurio
domingo, enero 31, 2010 | Author: MejorSinMercurio
Los diodos emisores de luz, o LED, pueden ser la tecnología más adecuada para iluminar el mundo, ya que las bombillas de bajo consumo más empleadas hasta ahora, las fluorescentes (CFL en sus siglas en inglés), incorporan mercurio en su interior, una sustancia peligrosa, sobre todo si se entra en contacto continuado con ella. Un estudio sobre el ciclo de vida de las tecnologías de iluminación existentes dan también la razón a las bombillas LED en consumo energético, duración y emisiones totales.

La tecnología LED está extendida en varias aplicaciones cotidianas debido a su bajo consumo, fiabilidad y duración, ya sea en indicadores de aparatos eléctricos y electrónicos, en salpicaderos y faros de automóvil, en señales de tráfico o, cada vez más, también espacios iluminados.

Cambiar las bombillas, ¿una chorrada? Los números no dicen lo mismo
La iluminación artificial es responsable del 19% del consumo global de electricidad, que equivale al 2,4% del consumo mundial de toda la energía primaria empleada. El 70% de la energía usada para la iluminación artificial es consumida por bombillas para las que ya hay alternativas más eficientes. Dicho de otro modo: la mayoría de bombillas usadas en el mundo son incandescentes, las "de toda la vida".

La iluminación artificial supone una parte considerable de toda la electricidad consumida en el mundo. En hogares y oficinas, entre un 20% y un 50% de la electricidad en uso es destinada a la iluminación.

El coste económico de la iluminación, tanto oficinas como residencias y espacios públicos, es sustancial. Una bombilla incandescente de 100 vatios usada 6 horas diarias (0,12 kWh) puede costar 17 euros (25 dólares) al año.

Gobiernos de todo el mundo han entendido que una decisión tan modesta como incentivar o directamente prohibir la venta de las bombillas incandescentes supone un ahorro instantáneo en el uso de energía, así como una disminución de las emisiones de CO2.

Desde septiembre de 2009, la Unión Europea ha prohibido la venta de bombillas incandescentes de más de 80 vatios en los 27 países que la conforman, mientras en 2010 llegará el turno de las incandescentes de más de 65 vatios, hasta la completa desaparición de este tipo de bombillas, a mediados de esta década.

Medidas similares han sido anunciadas en Estados Unidos entre 2012 y 2014; además de Brasil, Venezuela, Australia, Suiza, Argentina, Rusia y Canadá. Una lista que pronto será ampliada.

Hasta ahora, las bombillas fluorescentes, o CFL, con un uso extendido desde hace décadas, más caras y mucho más eficientes que las incandescentes, han sido la principal apuesta para sustituir a las viejas bombillas con filamento. Al fin y al cabo, una lámpara CFL ahorra un 80% de energía para producir la intensidad lumínica de una incandescente. La bombilla compacta fluorescente también durará 10 veces más.

Pero, además de intensidad de la luz, consumo y duración, las bombillas tienen decenas de otras características, tales como la calidez, el tono y color de la luz, la rapidez y consistencia de su intensidad lumínica.

Jugando con mercurio
Todas las lámparas fluorescentes o CFL incluyen pequeñas cantidades de mercurio (según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, EPA, una media de 5 mg; y 4 mg de media, según el programa Energy Star). El mercurio es una sustancia especialmente peligrosa para la salud animal y humana, responsable de lesiones en riñones, cerebro y sistema nervioso, especialmente peligroso en mujeres embarazadas, al poder causar daños neurológicos irreparables en el feto.

El mercurio es capaz de afectar el ambiente en forma de partículas, o de transmitirse a la cadena trófica a través del agua. Sus efectos adversos son transmitidos por inhalación, contacto e ingestión. No es una casualidad que la EPA cuente con una completa sección de preguntas y respuestas para resolver dudas sobre lámparas de bajo consumo, además de instrucciones precisas para la limpieza y desechado de lámparas CFL rotas, e incluso protocolos enteros para desechar mercurio en contacto con el medio, tras la ruptura de una bombilla o incidencias similares.

Pese a la pequeña cantidad de mercurio depositada en cada bombilla de bajo consumo, su uso masivo, debido a su menor consumo y emisiones y a una mayor duración, presenta un riesgo medioambiental distinto al de las lámparas incandescentes, cuya poca eficiencia hace mandatoria su sustitución progresiva: el de la contaminación con mercurio del agua y el ambiente, si las bombillas no son desechadas de manera selectiva en todo el mundo.

Pero otra tecnología promete, al menos, un ahorro económico y en emisiones equivalente al de las bombillas CFL, aunque un menor impacto total, si se tiene en cuenta todo su ciclo de vida, desde su producción hasta el coste de su reciclado, con la ventaja de no incluir mercurio en su interior: las luces LED (con diodos emisores de luz), tecnología hasta ahora marginal, son la gran apuesta para los próximos años del sector de la iluminación.

Por fin, un cálculo fehaciente del coste energético total de las tecnologías CFL y LED
Si bien hay políticas concretas en la UE, Estados Unidos y el resto del mundo para prohibir o desincentivar en los próximos 5 años el uso de lámparas incandescentes y, de este modo, reducir significativamente las emisiones procedentes del sector de la iluminación, hasta ahora sólo parecía haber una alternativa sólida, preparada para el mercado de masas, a la tecnología incandescente: la lámpara fluorescente, CFL en sus siglas en inglés.

Pese a sus indudables ventajas en duración y ahorro energético, el uso de mercurio presenta problemas, previendo que, tristemente, millones de bombillas CFL, con una media de 4-5 mg de mercurio en su interior, serán desechadas incorrectamente y podrían entrar en contacto con personas y animales por inhalación, contacto o ingestión.

Pese a existir la certeza científica de que una exposición momentánea ante una bombilla CFL rota, mientras es por ejemplo limpiada, introducida en una bolsa y desechada de forma selectiva, no constituye un riesgo para la salud, la expansión mundial de la tecnología aumenta el riesgo, sobre todo en países y entornos socio-económicos donde la aplicación de normativas tendrá menor seguimiento real de la población menos informada.
LED: la tecnología más frugal, eficiente, inocua y flexible

La tecnología LED parece ser la respuesta. Un reciente estudio de la firma alemana Osram, citado por el New York Times, calculaba el coste energético total de las bombillas de bajo consumo CFL y LED, incluyendo su coste de producción y desechado, así como su ciclo vital.

Además de la ventaja de no incorporar mercurio en su interior, las lámparas LED duran 2,5 veces más que la tecnología de bajo consumo más extendida, la CFL, y 25 veces más que las bombillas incandescentes tradicionales, que Europa y Estados Unidos se apresuran en abandonar debido a su poca eficiencia.

Para calcular la energía total empleada por una bombilla durante su ciclo de vida total, se tiene en cuenta el concepto de la energía gris o emergía (del inglés "embodied energy"), metodología que incluye los costes de fabricación, distribución y manipulación al final de su vida útil. Según el citado estudio, en todas las tecnologías de iluminación, sólo el 2% del ciclo de vida energético de una bombilla está relacionado con el coste (o impacto ecológico) de su producción y distribución.

El estudio de Osram tuvo en cuenta la "emergía" de una bombilla con cada una de las 3 tecnologías: la que se abandona por poco eficiente (incandescente); la de bajo consumo con un uso más extendido, pero con la inconveniencia del uso de mercurio y el precio de la unidad (CFL o lámpara fluorescente); y la tecnología de bajo consumo que más promete de cara al futuro, aunque tendrá que reducir su precio una vez la producción en masa haga funcionar las economías de escala (LED, o lámparas con diodos emisores de luz).

La carrera por desarrollar la primera bombilla LED para las masas
Teniendo en cuenta el máximo número de condicionantes en la producción, uso y desechado de las 2 principales tecnologías de bajo consumo, las bombillas LED ahorran una cantidad de energía sustancial. El estudio de la empresa alemana Osram confirma, asimismo, que la energía total requerida por una bombilla CFL o LED, contando todos los procesos envueltos en la fabricación y uso del producto, es cinco veces inferior al que demanda una bombilla tradicional incandescente.

El principal responsable en Norteamérica de la división de iluminación de Philips, competidor tecnológico directo de Osram, tanto en el mercado CFL como en el emergente segmento de las bombillas LED, da la bienvenida al estudio de la empresa competidora, ya que "aporta hechos donde a menudo sólo existe evidencia emocional".

Philips es la primera gran firma del sector en comercializar una bombilla LED equivalente a una lámpara convencional de 60 vatios, mientras Osram está en el proceso de desarrollo e inicio de producción de varios modelos.

Para realizar el análisis del ciclo de vida de las bombillas LED, Osram compara en el estudio prácticamente cualquier aspecto en contacto con la fabricación de este tipo de bombillas, desde la energía empleada en la producción de bombillas en Europa y Asia, su embalaje, su transporte a Alemania y venta en establecimientos.

Tiene en cuenta, además, las emisiones creadas en cada proceso, usando 6 indicadores distintos que tienen influencia sobre las emisiones: la cantidad de emisiones con efecto invernadero de cada proceso, el potencial de crear lluvia ácida, la potencial eutroficación (acumulación excesiva de algas), la creación de ozono fotoquímico, la posible emisión de componentes químicos peligrosos, así como el uso de combustibles fósiles.

Berit Wessler, responsable de investigación, desarrollo e innovación de Osram Opto Semiconductors en Regensburg, Alemania, cree que pronto habrá todavía razones de mayor peso en favor de la adopción masiva de bombillas LED. Según el investigador, varias generaciones de bombillas LED llegarán sucesivamente al mercado, cada vez más eficientes, que requerirán cada vez menos energía para producir la misma cantidad de luz.

Personas que han visto la luz
Wessler explicaba al New York Times: "todo lo que he visto refuerza la asunción de que la eficiencia de la tecnología LED se incrementará. No ha habido demasiado avance en eficiencia lumínica en los últimos 10 años".

Con la creciente necesidad de los países ricos en controlar y reducir sus emisiones de CO2, un mercado olvidado y hasta ahora marginal como el de la iluminación, aumenta su brillo. Un brillo cada vez menos incandescente; tampoco fluorescente. Si las bombillas LED consiguen aumentar su calidez y llegar a las estanterías de los establecimientos a un precio competitivo, al menos con respecto a las alternativas de bajo consumo CFL.
Alok Jha mencionaba en The Guardian el pasado septiembre los primeros modelos LED de Philips. Tras probarlas, cree que "ha visto la luz" y apuesta por ellas para el uso masivo, aunque se queja de su precio y de que seguirán siendo caras a corto plazo.

No obstante, son bombillas que usan de media 2,5 veces menos energía que la alternativa de CFL. Y, teniendo en cuenta que podemos gastar cerca de 20 euros en cualquier país con rentas altas en el equivalente lumínico a una bombilla incandescente de 100 vatios, uno puede rascarse el bolsillo, mirando al futuro. Mantendré los ojos bien abiertos próximamente.

Fuente: http://faircompanies.com/blogs/view/bombillas-led-emiten-menos-co2-y-no-usan-mercurio/
Toxicidad en Fluorescentes: Mercurio
viernes, enero 29, 2010 | Author: MejorSinMercurio
Las lámparas fluorescentes contienen mercurio, un metal pesado utilizado en forma de gas para producir radiación, que luego un polvo fluorescente convierte en luz visible.

Los tubos fluorescentes convencionales contienen entre 15 y 25 mg de esta sustancia,[ mientras que las lámparas de bajo consumo contienen una cantidad menor.

Con la optimización de la tecnología de las lámparas, han surgido modelos con muy baja cantidad de mercurio: la Asociación nacional de fabricantes eléctricos norteamericana (NEMA) estipula un contenido máximo de 5 mg por lámpara, aunque no todos los fabricantes cumplen con este estándar.

A pesar de la reducción del contenido de mercurio, distintas agencias de la salud recomiendan, en caso de rotura, abandonar la habitación durante 15 minutos, recoger los restos con guantes, o incluso, en caso de ser usada, cambiar la bolsa de la aspiradora. Las lámparas CFL deben reciclarse, al igual que las pilas.

En lo referente a la liberación de mercurio al medio ambiente, hay que tener en cuenta que la generación de electricidad libera a su vez apreciables cantidades de este metal a la atmósfera.

Dado que las lámparas fluorescentes compactas consumen mucha menos energía, el efecto global a este respecto es positivo, calculándose que, en conjunto, una bombilla de bajo consumo genera hasta cuatro veces menos mercurio que una bombilla incandescente convencional.

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%A1mpara_compacta_fluorescente
Metales Pesados Y La Salud Humana
martes, enero 12, 2010 | Author: MejorSinMercurio
No existen muchas formas alternativas de mantener lo que “actualmente” llamamos “civilización” en el mundo occidental sin los metales y un sinnúmero de compuestos químicos utilizados en la industria. Como la actitud natural en el ser humano es casi siempre la de solucionar los problemas por eliminación de los mismos, proponemos aquí el siguiente ejercicio mental: pensemos por un instante que sería de nuestra vida cotidiana si eliminásemos la actividad industrial. Entre muchos ejemplos (y sólo señalaremos los relacionados con los denominados metales pesados), los edificios se vendrían abajo (eliminamos el acero), no podríamos tener acceso a la electricidad (eliminamos los cables de cobre), los coches no se podrían fabricar (eliminamos el acero, el aluminio, el cobre), las baterías y pilas serían inviables (eliminamos el plomo, el níquel, el cadmio, el mercurio), los aparatos electrodomésticos no existirían (eliminamos el acero, el cobre), y lo mismo vale para el material científico y médico.
Mientras no se desarrollen tecnología alternativas, seguiremos necesitando los metales, incluso aquellos que representan un riesgo real para la salud humana y el medio ambiente.

¿Existen soluciones para los problemas ambientales relacionados con la industria moderna? sí, definitivamente las hay, porque hoy por hoy existen tecnologías que permiten minimizar el riesgo ambiental derivado de la actividad industrial y además existen legislaciones y agencias gubernamentales, que por lo menos en principio, velan porque estos problemas.

Metales pesados
Se habla mucho de los metales pesados, sin indicarse sin embargo, qué son, y específicamente, el cómo y por qué son peligrosos. Se denomina metales pesados a aquellos elementos químicos que poseen un peso atómico comprendido entre 63.55 (Cu) y 200.59 (Hg), y que presentan un peso específico superior a 4 (g cm-3). Cabe destacar que en esta categoría entran prácticamente todos los elementos metálicos de interés económico, por tanto, de interés minero.

Lo que hace tóxicos a los metales pesados no son en general sus características esenciales, sino las concentraciones en las que pueden presentarse, y casi más importante aun, el tipo de especie que forman en un determinado medio. Cabe recordar que de hecho los seres vivos “necesitan” (en pequeñas concentraciones) a muchos de éstos elementos para funcionar adecuadamente. Ejemplos de metales requeridos por el organismo incluyen el cobalto, cobre, hierro, hierro, manganeso, molibdeno, vanadio, estroncio, y zinc. El caso del hierro es notable entre éstos, siendo vital para la formación de hemoglobina.

Límites de toxicidad
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos ha determinado una serie de límites para las concentraciones de metales pesados. Por encima de éstos los metales pueden causar graves trastornos en los seres vivos, y finalmente ocasionar la muerte. A continuación mostraremos dichos límites en distintos medios y las dosis máximas para la ingesta en los humanos.

Consumo por los seres humanos:
As: 0.05 mg/l (+)
Cd: 10 Ìg/l (*)
Cr: 0.05 mg/l (+)
Cu: 1.0 Ìg/l (#)
Hg: 144 ng/l (*)
Ni: 632.0 Ìg/l (*)
Pb: 50.0 Ìg/l (*) (adultos)
Zn: 5.0 Ìg/l (*)

(*): criterios para el agua
(+): máximo nivel de contaminación
(#): nivel que jamás debe ser superado

Algunos metales pesados de muy alta toxicidad
A continuación nos centraremos en el estudio de los problemas ambientales y de salud humana relacionados con cuatros casos concretos: plomo, arsénico, mercurio, y cadmio.

Plomo
Su uso es muy antiguo. Desde el año 2500 antes de Cristo se conocen sus efectos. Pero la tasa histórica de emisión de plomo parece haber tenido un salto marcado con la Revolución Industrial. El plomo forma parte de numerosos procesos industriales, destacándose su presencia en la industria automovilística, específicamente en la fabricación de baterías. Otra fuente de plomo relacionada con el transporte es la gasolina. Se trata de compuestos alquilados, de mayor toxicidad y difusión orgánica que el plomo metálico. Estos aditivos se usan como antidetonantes y las cifras tolerables se están reduciendo en el mundo, impactando favorablemente en los niveles de plomo ambiental y en su toxicidad. Asimismo, la existencia de sistemas catalíticos ha impuesto el uso de bencinas sin plomo. El plomo no posee ninguna función fisiológica en el organismo.

En la industria se encuentra en forma de metal en revestimientos, serpentines, bombas. También se utiliza en la fabricación de distintos compuestos químicos, tuberías, recubrimiento de conductores eléctricos y acumuladores de baterías. En aleaciones con Antimonio (Sb) en imprenta, con estaño (Sn) en soldaduras, con Arsénico en perdigones de metralla y en pinturas antioxidantes. También es usado en colorantes para base de pintura y barnices (blancos: Albayalde, cerusa y amarillos), como acetato de Plomo en la industria cosmética (Grecian 2000), en gasolinas como antidetonante (Plomo tetraetilo), como Arseniato en Insecticidas agrícolas, como carbonato en el estudio de huellas dactilares.

Efectos: El particulado fino de plomo (10-100 µm) puede ser extremadamente peligroso por las siguientes razones:• Se adhiere más fuertemente a la piel.• Es más soluble que el particulado grueso en el tracto gastrointestinal. • Es fácilmente absorbible a través del sistema respiratorio.
El plomo es un metal carente de valor biológico, es decir, no es requerido para el funcionamiento normal de los seres vivos. Debido a su tamaño y carga, el plomo puede substituir al calcio (Pb2+: 0.84 Å; Ca2+: 0.99 Å), y además de manera preferente, siendo su sitio de acumulación, los tejidos óseos. Esta situación es particularmente alarmante en los niños, que debido a su crecimiento incorporan altas cantidades de calcio. Altas dosis de calcio hacen que el plomo sea "removido" de los tejidos óseos, y que pase a incorporarse al torrente sanguíneo. Una vez ahí puede inducir nefrotoxicidad, neurotoxicidad, e hipertensión. Niveles de plomo en sangre de 0.48 µg/l pueden inducir en los niños: • Daño durante el desarrollo de los órganos del feto. • Daño en el sistema nervioso central. • Reducción de las habilidades mentales e iniciación de desordenes del comportamiento. • Daño en las funciones del calcio (anteriormente mencionado). • A su vez, niveles del orden de 1.2 µg/l pueden inducir: • Descenso del coeficiente intelectual (CI). Problemas de desarrollo cognitivo y del comportamiento. • Déficit neurológicos que pueden persistir hasta la adolescencia. • Elevación de los umbrales auditivos. • Peso reducido en recién nacidos. Desarrollo cognitivo temprano anormal.

En adultos que trabajan en ambientes expuestos a la contaminación con plomo, el metal puede acumularse en los huesos, donde su vida media es superior a los 20 años. La osteoporosis, embarazo, o enfermedades crónicas pueden hacer que éste plomo se incorpore más rápidamente a la sangre. Los problemas relacionados con la sobre exposición al plomo en adultos incluyen: • Daño en los riñones. • Daño en el tracto gastrointestinal. • Daño en el sistema reproductor.• Daño en los órganos productores de sangre. • Daños neurológicos. • Abortos.

Arsénico
El arsénico ocupa el lugar número 20 entre los elementos más abundantes en la corteza terrestre. En general, se encuentra en cantidades de 2 mg/kg. En la II Región se encuentra en promedio de 3,2 mg/kg. Sin embargo, hay sitios con concentraciones de 637,5 mg/kg. (Salar del Carmen, Antofagasta) ó 372 mg/kg. (Río Loa, Quillagua). Estas elevadísimas cifras están determinadas por la estructura geomorfológica de la zona. Si bien las condiciones geológicas de la zona han concentrado en los suelos y aguas de esta región grandes cantidades de arsénico, pudiéndose hablar de una arsenicismo endémico “natural”, no es menos real que la explotación minera de esos suelos ha liberado a la atmósfera y al agua, cantidades significativas de este metal, aportando un fuerte componente social al fenómeno natural. Una solución importante ha sido el abastecimiento de agua con bajos niveles de arsénico, pero dentro de la minería siguen existiendo aún niveles de contaminación y de exposición notables. Los compuestos de arsénico se utilizan frecuentemente en la fabricación de cerámica, vidrio y como compuesto de insecticidas y rodenticidas

Las formas solubles metiladas del arsénico (e.g. ácidos metil arsónico [MMA] y dimetil arsínico [DMA]) son fuertemente tóxicas. La ingestión de grandes dosis lleva a problemas gastrointestinales, cardiovasculares, disfunciones del aparato nervioso, y finalmente a la muerte. Recordemos que el arsénico ha sido uno de los venenos de largo plazo más utilizados en la historia de la humanidad, siendo Napoleón (el emperador de Francia), la víctima más famosa. Dosis bajas pero sostenidas (e.g. causas laborales) superiores a 0.75 mg m-3 por año (e.g. 15 años con concentraciones de 50 µg m-3) pueden llevar al desarrollo de cánceres. Resumiendo, entre los principales problemas de salud humana podemos mencionar: • Problemas gastrointestinales• Cardiovasculares • Disfunciones en el sistema nervioso • Efectos cancerogénicos en vejiga y del aparato reproductor femenino• Queratosis

Mercurio
Se puede encontrar en estado metálico puro en los termómetros, en las clínicas dentales e instrumentos de precisión. La absorción es a través de la inhalación de vapores. Por su baja presión de vapor, se evapora a temperatura ambiente. Eso lo constituye en riesgo para la salud cuando se almacena en grandes cantidades. Si se ingieren pequeñas cantidades (cuando un niño se traga el mercurio del termómetro) la absorción intestinal del mercurio metálico no representa riesgo, ya que es muy baja. Pero en caso de ingerir accidentalmente grandes cantidades, por ejemplo, un trabajador de la industria de instrumentos de precisión, puede llegar a ser un grave accidente laboral.

El mercurio posee una de las peores reputaciones entre los metales pesados. El incidente de la Bahía de Minamata (Japón, años 50s-60s) bastó para que este elemento infundiese alarma pública en todas las regiones del mundo donde podía haber fuentes de contaminación. Consideraciones económicas aparte, todas las investigaciones indican claramente que el mercurio puede constituir una amenaza para la salud humana y la vida silvestre. El riesgo viene determinado por los siguientes factores: • El tipo de exposición al mercurio. • La especie de mercurio presente, ya que algunas son más tóxicas que otras, por ejemplo, las formas metiladas de mercurio. • Los factores geoquímicos y ecológicos que influencian la forma de migración del mercurio en el medioambiente, y los cambios que puede sufrir durante dicha migración. De todas las especies de mercurio conocidas, la más peligrosa es sin duda el metilmercurio (CH3Hg El metilmercurio daña al organismo de las siguientes maneras:• Afecta al sistema inmunológico • Altera los sistemas genéticos y enzimáticos • Daña el sistema nervioso: coordinación, sentidos del tacto, gusto, y visión. • Induce un desarrollo anormal de los embriones (efectos teratogénicos); los embriones son 5 a 10 veces más sensibles a los efectos del mercurio que un ser adulto.

En este momento es además tema de debate si otro compuesto mercurial, el thimerosal (C9H9HgNaO2S, un aditivo preservante en muchas vacunas) puede inducir a cuadros de autismo en los niños.

Cadmio
Debido a su toxicidad, el cadmio se encuentra sujeto a una de las legislaciones más severas en términos ambientales y de salud humana.
En el caso de los humanos, el cadmio se puede adquirir por dos vías: ingestión e inhalación. Sus efectos pueden ser divididos en dos categorías:
• Agudos: fiebre de vapores de metal (metal fume fever) causada por una exposición severa; los síntomas son equivalentes a los de la gripe; en 24 horas se desarrolla generalmente un edema pulmonar agudo, el que alcanza su máximo en 3 días; si no sobreviene la muerte por asfixia, el problema puede resolverse en una semana.
Crónicos: la consecuencia más seria del envenenamiento por cadmio es el cáncer. Los efectos crónicos que primero se observan son daño en los riñones. Se piensa que el cadmio es también el causante de enfisemas pulmonares y enfermedades de los huesos (osteomalcia y osteoporosis). Los problemas óseos han sido observados en Japón (recordar también el problema con metilmercurio; Incidente Minamata), donde se les denominó como la enfermedad itai-itai (por consumo de arroz contaminado con cadmio; causa: irrigación). Otros problemas incluyen anemia, decoloración de los dientes, y pérdida del sentido del olfato (anosmia).

Cromo
Afecciones locales: sobre la piel causan dermatitis, sensibilización de la piel, es irritante de la piel y mucosas Afecciones generales: produce tos, bronquitis crónica, ulceraciones del tabique nasal y piel, dolores respiratorios y de cabeza, hemorragia nasal, dermatitis, etc. Zinc, Manganeso, Cobre, Bismuto, Plata y Níquel: Son también sustancias tóxicas, que producen de las más diversas alteraciones a la salud humana, como por ejemplo el cobre, su toxicidad está relacionada a hemólisis.

Causas de la presencia de metales en alimentos y aditivos.
Los metales que se encuentran en alimentos y aditivos, deben su presencia a diferentes causas, que van desde su obtención o cultivo, hasta su industrialización y distribución. Otras fuentes considerables son los recipientes para cocinar, comer o almacenar vino, productos enlatados, tuberías para agua, pinturas, aparatos para destilar, soldaduras de latas, sales para vidriado, joyería etc. Tomaremos como ejemplo la presencia de plomo en alimentos y aditivos

a) Presencia de plomo en alimentos
Se estima conservadoramente que se ingiere aproximadamente 0.35 mg de Pb (en los Estados Unidos de América) de los cuales 0.31 mg provienen de los alimentos, principalmente de vegetales que lo han adquirido por deposición. Un factor que influye la concentración de plomo en un vegetal, es su localización respecto a zonas industriales o carreteras. Estudios relacionados con el contenido de plomo en alimentos dan algunas cifras interesantes, como el de los chiles en vinagre con 1.74mg/kg, para jugo de frutas de 0.65 mg/kg, para coliflor, jitomate, col, fresa y naranja cultivadas en las cercanías de carreteras altamente transitadas, mostraron un contenido inferior a 1mg/kg. La Organización Mundial de la Salud reporta diferentes contenidos de Pb para condimentos: 1.5 mg/kg; pescado 0.2 -2.5 mg/kg; carne y huevo 0.0-0.37 mg/kg, cereales 0.0-1.37 mg/kg; vegetales 0.0-1.3 mg/kg; vinos 0.3 mg/kg.

b) Presencia de plomo en aditivos
Tomaremos como ejemplo la presencia de Pb en los colorantes. La principal causa de la presencia de Pb en un colorante, es debido a que en el proceso de síntesis orgánica para la obtención del colorante se emplean materias primas grado técnico o industrial en lugar de grado alimenticio.
El Problema: Mercurio en el Sector Salud
domingo, enero 03, 2010 | Author: MejorSinMercurio
La contaminación por mercurio representa un grave problema para la salud humana y ambiental, que causa una variedad de efectos adversos en todo el mundo.

En los establecimientos de salud, el mercurio puede ser liberado al ambiente desde termómetros, tensiómetros, dispositivos gastrointestinales y otros productos médicos que lo contienen.

El mercurio también puede estar presente en fijadores, conservantes, químicos de laboratorio, limpiadores y otros productos de uso médico, que cuando son descartados como desechos, contribuyen a la contaminación ambiental. Más aún, muchos productos empleados en la construcción como termostatos, indicadores de presión e interruptores también contienen mercurio.

Afortunadamente, existen alternativas al mercurio que son seguras y costo efectivas para casi todos los usos del mercurio en el cuidado de la salud.

Los derrames de mercurio en hospitales, clínicas y laboratorios exponen a los médicos, enfermeros, pacientes y otros trabajadores del cuidado de la salud al mercurio elemental.

A temperatura ambiente, el mercurio elemental líquido se puede transformar en gas en cantidades significativas, exponiendo a los trabajadores o pacientes del lugar a niveles potencialmente altos del metal.

Si se descarta entre los residuos comunes, el mercurio tarde o temprano llega al medio ambiente donde los organismos que viven en ríos, lagos o en el suelo húmedo pueden transformarlo en el altamente tóxico mercurio orgánico. Este tipo de mercurio, que daña el sistema nervioso a niveles extraordinariamente bajos, persiste y se acumula en animales, peces y en el medio ambiente global.

El cuidado de la salud juega un importante papel como fuente de mercurio. Por ejemplo, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) incluyó a varios productos y actividades relacionadas con el cuidado de la salud entre las "fuentes importantes de emisiones antrópicas" de mercurio. Estas incluyen lámparas fluorescentes, manómetros, termómetros y otros instrumentos; amalgamas dentales; tratamiento de residuos e incineración de productos que contienen mercurio; rellenos sanitarios; y cremación.

Entre las otras fuentes conocidas de mercurio al ambiente se encuentran las emisiones de las centrales de energía que emplean carbón como combustible y las plantas de cloro-soda que emplean celdas de mercurio, así como la minería de oro a escala artesanal e industrial.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el PNUMA entienden que los efectos perjudiciales de la contaminación por mercurio provocan un serio problema ambiental y sobre la salud a nivel global. El Consejo de Administración del PNUMA, que representa a todos los países de Naciones Unidas, ha colocado entre sus prioridades a nivel global a la reducción de la acumulación de metil mercurio en el ambiente.

La OMS y Salud sin Daño han lanzado una Asociación Global para eliminar significativamente, en 10 años, el uso de mercurio en el sector salud.

Fuente: http://www.noharm.org/salud_sin_danio/temas/toxicos/mercurio/